El lunes, 4 de abril de 2022, comparecí como miembro de la asociación Esku hutsik, la asociación de duelo gestacional, perinatal y neonatal en Euskadi y Navarra, para mostrar la relación de las muertes gestacionales, perinatales y neonatales, el duelo desautorizado que vivimos las mujeres que las sufrimos y su relación con la violencia obstétrica no reconocida.
Soy antropóloga feminista. Lo primero me enseñó que en nuestras emociones no todo es psicológico también influye lo estructural (tabúes, estigmas); y, lo segundo, que lo personal es político.
Aquí os dejo mi testimonio. Es duro, pero es el mío. Os cuelgo el vídeo y el texto.
Intervención en vídeo
El texto de la intervención
Egun on. Soy Nerea Azkona. Antropóloga, que está investigando el vínculo entre las muertes gestacionales, perinatales y neonatales, el duelo desautorizado y la violencia obstétrica no reconocida. También soy madre en duelo.
Quiero aprovechar este altavoz para hablar de derechos humanos a partir de mi experiencia como madre en duelo. ¿Quiénes somos estas madres en duelo? Pues según las estadísticas una de cada cuatro mujeres que han intentado quedarse embarazada. Esto significa que un 25% de los embarazos no acaban con un bebé en brazos llorando. Por lo que, entiendo, que hay muchas madres en duelo. Incluso hoy aquí.
Cuando una muerte gestacional, perinatal o neonatal ocurre en Euskadi, a día de hoy, dependemos del grado de empatía y humanidad del grupo de profesionales que nos atiende porque no hay un protocolo unificado que aplicar cuando ocurren este tipo de pérdidas. Aunque ya hemos visto que son bastante habituales.
¿Cómo es posible? Fácil: ocurren a menudo, pero están silenciadas y escondidas. Son tabú y, por ende, todo lo que les rodea también.
Por lo tanto, no solo necesitamos un protocolo de actuación, formación para los profesionales, ampliación de este grupo de profesionales a otros perfiles como la salud mental, la educación y el trabajo social, equipamientos que permitan despedirnos en condiciones de nuestros bebés o espacios propios en los hospitales para este tipo de cuestiones. También necesitamos romper los tabúes que las envuelven, incluso el estigma que alguna de ellas conlleva para que el duelo que tenemos que vivir las familias comience, se desarrolle y finalice de la manera más sana posible.
Dentro de las muertes gestacionales y perinatales, me quiero detener en las Intervenciones Voluntarias del Embarazo. Las llamadas IVEs. El hecho de que se nombren por sus siglas, ya nos dice mucho. No se nombran, se siglan. Dentro de las IVEs, que según la ley engloban todo tipo de interrupciones, están las de los embarazos no deseados (por muchos motivos), y también están las ILEs, las Interrupciones Legales del Embarazo que se dan en embarazos deseados, pero en los que el bebé tiene algún tipo de problemática o malformaciones incompatibles con la vida.
Yo tuve que someterme a una ILE en la semana 23 de embarazo porque mi bebe, Herri, tenía malformaciones incompatibles con la vida. No había opciones. Mi duelo comenzó en el instante en el que me dieron la noticia, pero nadie me acompañó. Una vez que me lo comunicaron, tuve que esperar una hora y media en la sala de espera del Hospital llena de embarazadas con el consentimiento informado, el cual tuve que firmar en el alfeizar de una ventana con un boli que saqué de mi bolso. Estamos hablando de Euskadi en 2019. Hace tres años.
A la hora y media, me metieron en una consulta en la que se me comunicó que me iban a intervenir en cuatro días y en la que se me dio medicación para cuestiones biológicas relacionadas con mi embarazo. En aquella sala no había educadoras sociales, psicólogas, psiquiatras. Solo una ginecóloga que me dijo que en cuatro días ingresaba. Y a la pregunta de si me iba a doler, me contestó, que no porque iba a tener analgesia. No se habló de nada de lo que iba a pasar aquel día. En diez minutos estábamos fuera llorando nuestra pena.
Era mi primer embarazo y no sabía ni tenía por qué saber cómo de grande puede ser un bebé de 23 semanas. Este es un tema peliagudo. Las mujeres y las personas o familiares con enfermedades raras, en ocasiones, tienen que tener un máster hecho cuando van a las consultas médicas para que se respeten sus derechos. El hecho de que en todo momento se hablara de intervención y de analgesia no me preparó para lo que iba a vivir. Que fue un parto. Era tanta la disociación que yo tenía que ingresé con la tablet llena de películas, porque no sabía a lo que me iba a enfrentar y mucho menos a lo que estaba por venir. El posparto. Porque después de un parto, con bebé vivo o muerto, llega un posparto.
Nadie estuvo conmigo aquellos cuatro días. Nadie me preparó para parir en silencio. Nadie me contó cuales eran mis derechos y que podía hacer con mi bebé una vez naciera.
Durante aquellos días de espera, en los que estás embarazada y sabes que tu bebé no va a vivir, habría necesitado un acompañamiento profesional ya no solo por mi salud mental, sino para hablarme del después del parto. Porque para poder transitar un duelo sano hay que despedirse y para eso hay que prepararse.
Me ingresaron en planta y me provocaron el parto con la siguiente analgesia: paracetamol, nolotil y enantium, hasta que casi me desmayo por lo que estaba hiperventilando a causa del dolor. En aquellas condiciones me llevaron a maternidad para ponerme la epidural y allí nació mi hijo Herri.
Se llevaron a mi bebé y la matrona que me asistió, por iniciativa propia, me preguntó si quería verlo. A lo que le contesté: ¿puedo verlo? Cómo serán las cosas que una madre que acaba de parir a su bebé cree que no puede verle ni para despedirse.
Si a mí me hubieran acompañado, habría pedido yo misma que me lo trajeran y le habría cogido, le habría besado, le habría cantado, le habría vestido porque lo único que nos queda es vivir en unos pocos minutos toda una vida entera. Pero nadie me preparó para aquello. Y me trajeron a mi bebe y no tuve la valentía ni de tocarle. Ni, por supuesto, de fotografiarle. A penas me acuerdo de él, solo sé que se parecía a su padre.
La matrona, cuando se lo llevó, me volvió a preguntar si quería un recuerdo. No entendía qué me estaba queriendo decir. ¿Un recuerdo? Y me explicó que hablaba de las huellas, por ejemplo. Le dije que sí. Y gracias a aquella mujer, a la que estaré toda mi vida agradecida, llevo las huellas de Herri tatuadas en mi piel.
Ingresé a las 9 de la mañana y me fui andando con los brazos vacíos a las 8 de la noche. Sin que nadie se preocupara por mi salud mental, ni aquel día ni en los siguientes. La siguiente cita la tuve en mes y medio para ver que todo lo relacionado con mi cuerpo y mi útero estaba bien. Sin embargo, durante todo ese tiempo puedes desangrarte. Hay muchas maneras y a nadie le preocupó.
Por supuesto, nadie me habló del cuerpo de mi hijo. Nadie me dijo que lo podía recuperar. Nadie me dijo que si no lo hacía se desharían de él como un resto orgánico. Nadie me dijo que acabaría en la basura.
Vivimos en una sociedad en la que la muerte es tabú. Pero hay muertes que están más tabutizadas que otras y no solo eso. Están silenciadas, aunque ocurren muy a menudo, y, por ello, su duelo está desautorizado, infravalorado y dependiendo de las semanas de gestación ridiculizado.
Esto es violencia obstétrica en un momento de máxima vulnerabilidad de las mujeres, como es un parto.
Pero no es un tema que afecte solo a los profesionales sanitarios. Es un tema social, político, es un tema que interpela a los sindicatos. Necesitamos un protocolo, implicar y formar a los profesionales de la sanidad, a todos, incorporar a nuevos perfiles, necesitamos sensibilizar a la sociedad.
Ni una mujer más abortando en casa en fin de semana para no tener repercusiones en el trabajo cuando le dicen que no hay latido antes de la semana nueve. Ni una mujer más sola cuatro días sin saber que la intervención de la que le hablan es un parto. Ni una mujer más sola mientras le dicen que la muerte de su bebé es algo intrascendente porque es joven y tendrá otros. No solo son cosas que pasan. Son cosas que nos pasan a nosotras y hay que darle la importancia y la entidad que merecen.
Necesitamos profesionales formados y acompañados para que las familias estemos informadas y acompañadas y no dependamos de la sensibilización, empatía y la humanidad del equipo que nos atienda.
Eskerrik asko
Resto de intervenciones
Para ver todas las intervenciones por parte de la asociación y las reacciones de las y los representantes de los partidos políticos tenéis todos los vídeos en este link.