Soy Maider Cascón y, como a todo el mundo, hace casi un año que mi vida cambió repentinamente. El año pasado por estas fechas nadie nos imaginábamos lo que se avecinaba y las consecuencias que iba a tener en nosotros y nosotras mismas, tanto a nivel social, laboral como personal.
Lo que celebro yo
Desde que comenzó esta nueva situación hemos ido pasando por diferentes facetas: de sorpresa, quedándonos un poco a la expectativa de lo que iba ocurriendo, de bloqueo cuando veíamos que no podíamos continuar con nuestros planes de siempre, de resistencia, de reajuste, de reinvención, y un largo etcétera de estados emocionales que hemos tenido que ir gestionando desde la consciencia y otras veces sin darnos cuenta, por pura supervivencia.
Es verdad que echamos de menos muchas cosas y que vivimos con la esperanza de poder recuperarlas en el futuro. También sé que se ha hablado mucho de la incorporación de la tecnología en tiempos de pandemia. Y aunque las personas que me conocéis ya sabéis lo que echo de menos las formaciones y talleres de forma presencial, hoy quiero poner el foco y compartir la sintonía, la cercanía y la complicidad que se generó en los últimos taller prácticos que he impartido para diferentes entidades, donde nos conectamos más de 50 personas de diferentes puntos del Estado y en las que, incluso, hubo conexiones internacionales.
¿Qué cosas celebro?
Siempre he dicho que no comparto la frase: “todas las cosas tienen su lado positivo” porque pienso que no es así. De lo que sí estoy convencida es que de todas las situaciones podemos sacar aprendizajes, y eso sí es positivo. De esta pandemia también podemos aprender cosas.
Cuando hablo de ampliar nuestro foco de conciencia me refiero precisamente a salir de la queja y dejar de centrarse en las cosas que nos faltan y por el contrario, ampliar nuestra atención en lo que sí tenemos, observar la realidad de otra manera, prestando atención al momento presente, pudiendo apreciar las opciones que se nos presentan para poder gestionarnos de una manera ecológica (que sea positivo para mí, para mi entorno y para el planeta) y para lograr la consecución de nuestro propósito.
Observar y aprovechar el presente nos permite disfrutar por el camino, agradecer las cosas positivas y enfocarnos al futuro con más poder, celebrando las pequeñas victorias que vamos consiguiendo.
¿Por qué las celebro?
Vivir en el presente nos permite acometer nuestras actuaciones en todos los ámbitos de nuestra vida desde la excelencia. Se puede definir la excelencia como una manera de hacer las cosas con cuidado, mimo y utilizando todas nuestras capacidades al servicio de la tarea, sea esta de la índole que sea.
Si a menudo estamos en estados altos y de miedo, bloqueo, estrés o preocupación que nos lleva a conectar con el pasado o a trasladarnos al futuro perdemos capacidad de reacción, de improvisación, de anticipación y es muy probable que nos movamos desde la exigencia, que busca hacer las “cosas perfectas” y no “lo mejor posible”. Esta práctica lleva a la insatisfacción, al reproche y la frustración.
Para ampliar el foco y entrenar nuestra atención es necesario adentramos en el conocimiento de nuestras emociones y una de las cosas más importantes a tener en cuenta es la de no enjuiciarnos, simplemente empezar a reconocer lo que nos pasa, dónde lo ubicamos en nuestro cuerpo y cómo podemos utilizar todas esas sensaciones en beneficio de nuestras acciones. Ir descubriendo los pequeños cambios que vayamos notando e incorporarlos en nuestro día a día.
Si lo abordamos desde la exigencia, se involucra directamente nuestra identidad y el inmovilismo. “Hago lo que soy” y “soy así como siempre he sido y siempre seré”. Cualquier error se convierte en fracaso, sin dejar hueco a la mejora, a probar cosas nuevas y a la innovación porque atenta directamente a nuestra identidad al no separar el “ser” del “hacer”.
Desde la perspectiva de la excelencia buscamos la mejora, el error lo entendemos como oportunidad y estamos abiertos y abiertas al aprendizaje, que abordamos con compromiso y convicción. De esta forma es más fácil generar sentimientos de alegría, disfrute y celebración fomentando así climas positivos en nuestro entorno.
¡Son todo ventajas!